LA ESCUELA NUEVA.
La observación de la escuela tradicional a finales del siglo XIX por parte de los pedagogos que inician las propuestas pedagógicas coincide en el carácter rígido y parcial en la práctica educativa. Una de las restricciones fundamentales que vive la enseñanza tradicional es la limitación en el desempeño del profesor y del alumno en las actividades escolares, donde el ejercicio radica predominantemente en la memorización y trabajo exhaustivo respecto a los contenidos.
La creación de posturas por parte de los pedagogos trae consigo la renovación de los conceptos en materia de enseñanza y aprendizaje, factor fundamental en el desarrollo de las teorías surgidas al respecto.
Los rasgos sobresalientes en la Escuela Nueva corresponden a la libertad, la actividad, la vitalidad, la individualidad y la colectividad. Las ideas de individualidad, libertad y espontaneidad formuladas por Rousseau; las de la integración de idea y experiencia y la concepción de la unidad vital de Pestalozzi; la importancia del juego, la actividad libre y creadora del niño de Fröebel, fueron referentes fundamentales en este movimiento.
Como movimiento abarcó propuestas, expresiones y corrientes variadas reuniendo a pensadores tan diferentes como John Dewey, María Montessori, Ovidio Décroly, Jean Piaget y muchos otros. Lo que los unía era la defensa de la autonomía infantil y las críticas a la escuela tradicional, retocada científicamente por los “normalizadores”.
Cabe destacar que las perspectivas pedagógicas de esta escuela visualizan como importantes los siguientes aspectos:
1. El niño como elemento fundamental en el desarrollo del proceso (paidocentrismo).
2. El desarrollo de métodos para la búsqueda del aprendizaje.
3. Disposición normativa y formativa del profesor como guía en el proceso
4. Establecimiento de espacios educativos destinados a la actividad pedagógica.
5. Los contenidos corresponden a la intención de aprendizaje.
6. Teorización y postulados científicos para el desarrollo de la educación.